jueves, 9 de octubre de 2008

Novedades de uno mismo

Cada tanto me googleo, (porque odio escribir en la barra de direcciones) y entro a mi blog con un aire impersonal, como si lo que estuviera escrito no fuera mío.

Me pregunto cuándo esta persona actulizará, cuándo pondrá algo nuevo.

Cuando abro el blog, espero que haya algo distinto, algo interesante, un post actual, fresco, con chispa, que me saque algunos pensamientos de la cabeza, que me haga reir, divertir, distraer: alguna de esas cosas, o todas juntas.

Pero nadie actualiza.

lunes, 25 de agosto de 2008

Estar en la mala

"(...)es cuando estás en la mala
que te das cuenta de que
todo
tiene dueño
y de que hay cerraduras en
todas las cosas. (...)"


Bukowski va a lo más hondo del alma humana: nada nos pertecene, pero hay que estar mal para darse cuenta.

domingo, 13 de julio de 2008

Poema de la chica segura

Tiene aplomo
la seguridad
de una mujer que salió a la vida
y no tardó mucho en conquistarla.

Su seguridad es como un
globo que tiene muy firme
amarrado a sí.

Es joven, no tendrá más de
veinticuatro años.

Parece muy segura.
Mas no obstante me pregunto
si su seguridad no volará tanto
que en el infame aire
es donde ella se siente cómoda.
Algo triste parece.

Y por eso quiero aprehenderla,
tomarla, hablarle
e inflar un globo con ella
y volar.



Línea:60
Interno: 121
Escobar x Ruta 27
Trayecto: Callao y Rivadavia - Plaza Italia.

lunes, 7 de julio de 2008

Imprescindibles

A Layla

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"De imprescindibles está lleno el cementerio"




Súbitamente, como un rayo que cae en un prado que se cree indemne, la revelación de que nadie es imprescindible llegó al alma de los hombres. Nadie necesitó ser persuadido. Sólo hizo falta terminar de convencer a aquellos que encontraban razones: los omnipresentes psicólogos de la razón, los estrictos hijos de la lógica, de la inútil trampa iluminista.

Por doquier los hombres debatían las medidas a tomar ante semejante verdad, ante tamaña evidencia de la futilidad de la vida. En numerosas asambleas, reuniones y mitines de hombres de todas las clases sociales, todas las edades –incluso niños- discutían acaloradamente qué hacer, cómo reaccionar: la vida nunca había sido tan inútil, tan contingente. Muchos se sentían liberados, y ahí se originó el mayor problema de todos, porque la libertad es un león enjaulado, comprimido sobre barrotes apenas más grandes que su cuerpo: pura energía, a punto de estallar con la mínima llama.

Así, como nunca con ningún proyecto humano, se llegó a un acuerdo unánime: acabarían todos con sus vidas. El método, a total discreción. El motivo, el mismo: nadie era imprescindible.

Las ciudades, como se prevé, fueron el escenario donde este pandemonio cobró mayor cantidad de matices: había quienes se lanzaban desde edificios, estaban los que se colgaban de los semáforos, y aquellos que estrellaban sus autos contra cuanta pared encontraran

Las farmacias colapsaban de gente, colas y colas interminables, buscando un brebaje para acabar con la aciaga existencia. Tan largas fueron las colas, que muchos se cansaban y se suicidaban esperando, y los que venían atrás debían saltar sus cadáveres para poder seguir la formación.

Las armas, las balas, las gilettes, el cianuro, las sogas, los cuchillos, las hachas, los machetes, las tostadores y las bañeras, los cables eléctricos, comenzaron a ser bienes de lujo. La impresionante cantidad de suicidas hacía que los productos comenzaran a escasear, al no haber distribuidores, ni repositores, ni vendedores disponibles.

En el campo, la cosa fue muy distinta. Se repartieron más democráticamente los insumos para cometer el acto suicida. Tan prescindibles se sentían los habitantes, que generosamente cedían los medios para suicidarse. Tan prescindibles se sentían que no se sentían en lugar de pedir más que lo justo y necesario.

No obstante la generosidad, los medios para cometer suicidio no fueron suficientes para los habitantes del campo. Se sentían demasiado poco para quitar las sogas de los cuellos de aquellos que se habían ahorcado, y no podían sentir más que una fobia social al acercarse a los ríos donde flotaban cientos de cadáveres.

Al poco tiempo, ya no quedaba forma de suicidarse. El mercado negro no alcanzó siquiera a llegar al campo: todos los mafiosos de la ciudad ya habían perecido bajo sus propias manos.

Luego, con la lentitud con que el ojo se dilata luego de unos segundos de haber sido expuesto a una luz terrible, los habitantes del campo se dieron cuenta que no todos eran tan prescindibles. Con la ironía que esto conllevaba, llegaron a la conclusión que de tan imprescindibles que se sentían los hombres, hicieron evidente que su existencia no era tan contingente, sino necesaria, casi hasta un extremo de considerarla imprescindible para el resto de la humanidad.

“Vivamos en el limbo”, dijeron entonces. La imprescindencia era algo que no valía la pena pensar. Se volvió un pensamiento prescindible.

viernes, 27 de junio de 2008

El dificil tiempo de ser adolescente

Aunque no sé si considerarme adolescente o adulto (aunque poco importa, la adolescencia se extiende al infinito hoy día...), si me permito opinar desde un lugar de "víctima de crítica" por la franja etaria a la que pertenezco.

Viendo "La mamá del año" (si, y qué?), me llamó poderosamente la atención una leyenda de las que figuran abajo a modo sintético del tema que se trata en ese momento. Rezaba: "un ambiente de desenfreno y descontrol donde todo vale".

Siempre que leo o escucho cosas así, me digo a mí mismo, y a cualquier interlocutor: "el mundo no es nuestro solamente". Todo es una herencia heredada, el pasado no se puede borrar. Si el mundo está así, es por la accion u omisión de muchos de los censores que hoy nos condenan y marginan, descriminan, tildando a los adolescentes de vagos, faloperos, borrachos, promiscuos, nihilistas, etc.

Sí, el descontrol reina. Pero no es materia pura y exclusiva de los ambientes en que los jovenes nos movemos. Y es que en realidad nos movemos en todos los ambientes, y TODOS están así de podridos.

Yo no puedo caminar por la via publica, viajar en transporte, ir a hacer unas compras, estar en la fila de un banco, sin ver cómo reina la anarquía más absoluta, donde nadie respeta a nadie, donde los límites del otro se desdibujan al punto de maltratar a cualquiera que nos mira mal, nos ofende, o nos tira a menos. En este sentido me hago cargo. Somos parte todos...todos todos los habitantes de la sociedad, somos partícipes y artífices de lo que sucede en ella; tanto lo malo como lo bueno.

Si, la cosa es así, los adolescentes nos movemos sin saber dónde vamos, qué queremos, o qué pretendemos obtener. Pero es un denominador común.
Un mundo accesible, con posibilidades para todos, es una utopía perdida. No se nos puede brindar una seguridad. En esa revelación depresiva, la respuesta es enviciarnos como vemos a los otros enviciarse: otros eligirán el trabajo, la ostentación, el maltrato, el alcohol, el tabaco, el consumo, la comida.

Los adolescentes estamos expuestos a cosas en apariencia más extremas y sin retorno. No obstante, la carga obsesiva está intacta, y nada diferencia un pibe de 17 años que toma 10 vodka con speed para pasar la noche, que un adulto de 50 años lodópata, o una ama de casa de 60 adicta a los programas de chimentos y al show de Tinelli.

A no patear la pelota afuera... pero tampoco a pensar que el partido lo juegan siempre los otros, y que nosotros somos imparciales expectadores.

Almafuerte- Evangélicas negras

2- No hay lágrimas más fastidiosas que las de aquellos que pudiendo ser no lo fueron.

8- No hay cosa más espantosa que sobrevivirse.

23- Cualquiera de los que pasan por tu lado en la vía pública o te saludan amablemente en el salón, te arrancaría ferozmente tu salvavidas, en caso de naufragio.

martes, 24 de junio de 2008

Carla en el 15

Colectivo de la linea 15. Subo. Uy, esa chica tiene cara conocida.
De donde, de donde?
Ah, si, compañera de la facu de derecho.
mmmm el nombre, el nombre...
mmm... tenia cara de trola. Pensá en el nombre asociado, mmm, ah si, era Carla.

La tendría que ir a saludar.
No, pero no me da para darme vuelta ahora.
O si...no no no, mejor no.

Pero si se baja por ahi me arrepiento, me voy a quedar con ganas de saludarla.
Ya se, si se baja en la Santa Fé, me bajo haciéndome el que era mi parada y listo...

Carla?
...
No te acordás de mi?
aaaaah si.... como estas, Pelu?
Que boluda
...
y? seguis estudiando derecho?
no, dejé
qué bien. Yo tambien. Estaba lleno de pelotudos
jaja si...
ahora son dos menos, con nosotros afuera

No, pero no bajó. Ahora si baja en Las Heras me da la sensacion que queda más lejos Plaza Italia.

Ahora...podría no ser Carla, puede ser otra.

No, pero aunque haya sido un flashazo antes de sentarme, para mí es ella.
Si, seguro que es ella. Apuesto que tiene ese piercing raro en el bigote, de costado.

Bueno, ahora que llego a Plaza Italia me voy a la puerta y la saludo.
Cruzo dos palabras, y por ahi hasta me paso una o dos paradas.
Mirá que si nos vemos de vuelta te pido alguna dirección de mail, me encantaría quedar en contacto con los del grupo aquel, eran re copadas las clases. Sino dame tu mail que lo anoto.
No, si te pensás que estoy caliente con vos, nada que ver. Si te tuviera ganas ni loco te pido el mail, te pido el teléfono.

No era Carla.